miércoles, 18 de agosto de 2010

You princes of Maine, you kings of New Engalnd

No olviden que a pesar de todo lo que les digan, las palabras y las ideas pueden cambiar el mundo

Sus palabras retumban en mi cabeza, voz y letras, oídas y leídas. Sus palabras son de las que, sin duda, podrían cambiar el mundo. Hace muchos años que descubrí su historia, y que la interioricé como mía, como ejemplo de virtuosidad, de valentía, y como una historia de una de esas personas que, como diría B. Brecht, son imprescindibles.

El Dr. Willburg Larch se convirtió en papá de cien niños abandonados...e hizo aquello que nadie quería hacer, porque socialmente no estaba bien visto, abortos. Porque hay cosas de las que todos querríamos deshacernos, pero sólo algunas personas, valientes, comprometidas y coherentes, son capaces de afrontar. Así, mientras otros juzgan y poseen la moral, otros hacen simplemente, cosas útiles y sensatas.

El Dr Larch no existió, es sólo uno de mis personajes literarios preferidos ( también cinematográficos, gracias a una maravillosa adaptación al cine)sin embargo, podría decir que he conocido a personas como él. Que entregan su vida a las causas. Que luchan por algo más que el mero reconocimiento social.

Familiares y amigos, queridos y escasos lectores, les animo a embarcarse en la historia del dr. Larch. Por que es una historia simplemente maravillosa, porque está escrita con el corazón, porque sólo en ella se puede entender que la moral y las normas, son tan relativas que hay que medirlas con cautela, y siempre, por favor, con corazón.





"Soñamos con un nuevo día, cuando el nuevo día no llega. Soñamos con una batalla, cuando ya estamos luchando."

3 comentarios:

El Tigre de Mompracem dijo...

No cambies, rondeña!. Tu tambien eres de las imprescindibles. Muuaak

Enrique Rojas Guzmán dijo...

Las palabras y las ideas pueden cambiar el mundo. De hecho lo hace.

un abrazo

Munir dijo...

Un exceso de normas que hunden los corazones cada vez más...

Con tu permiso, me sumo a la escasez de lectores de este pequeño mundillo creando un pequeño lacito con viejas palabrejas mías.